Cuando cierro mis ojos y me pongo a soñar, pienso en cosas que me relajen o que me gusten mucho, como lo fue esta vez.
En mi sueño camino a pies descalzos, por kilómetros y kilómetros de pasto muy verde, el cual soy capaz de sentirlo en mis pies, se siente fresco y húmedo, como pasto que sólo hace algunas horas recibió el rocío de la noche.
Camino y camino, sin pensar en nada, sólo disfruto del momento y de la naturaleza. Escucho un pequeño riachuelo que pasa cerca de mí, con agua fresca y pura. Siento la brisa que golpea en mi cara y mueve un poco mi cabello.
No estoy acompañada. Sin embargo, no me siento sola, estoy tranquila y en paz.
A lo lejos veo una pequeña loma repleta de flores, pequeñas flores de color blanco y morado, me dirijo hacia aquel lugar, arranco una y me la pongo en mi cabello, me siento a mirar todo el paisaje, lleno de vida, que me rodea.
Miro hacia el cielo y solo hay unas pequeñas nubes, que desparecen lentamente en el infinito cielo azul. Cierro mis ojos y pienso que me gustaría quedarme en este sueño, para toda la vida, pero tengo que volver a la realidad, entonces lentamente abro mis ojos y me encuentro en el mismo lugar donde empecé aquella fantasía que me llenaba de paz.
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