Por Mª de los Ángeles Gómez Espinoza.
Me dormí como cualquier día, a la misma hora, pero lo diferente fue que lo hice con la preocupación de que un viento fuerte corría ahí afuera. Una vez dormida la pesadilla se desató Me encontraba en un lugar oscuro, con muchos árboles y ruidos de distinto animales. Que supongo, ahí se encontraban. Me sentía perdida, lo único que quería era llegar a mi casa, junto a mi familia o a alguien que me hiciera sentir tranquila. Un fuerte viento comenzó a correr, y con ello el miedo empezó a envolverme. No me quedo otra opción que correr, y rápido, sin dirección alguna, absolutamente desorientada, hasta que de repente caí a un profundo hoyo. Fue en ese momento cuando desperté, muy agitada y con un gran miedo que no me permitió dormir por un buen rato.
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