miércoles, 12 de mayo de 2010

Pana.

Por Carolina Pastor Amonarraiz.


La obra de teatro “Pana” comienza cuando un empresario se queda en pana en una ruta del sur. A partir de esto, el hombre se ve obligado a quedarse en una casa, donde vivían cuatro ancianos. Ellos lo invitan a que se quede a comer y a participar de un juego mientras no pueda regresar a su casa por el incidente.

Los ancianos organizan un banquete con muchos platos chilenos Este se presenta en la obra siendo toda la comida representativa de los lujos y placeres materiales o no, que deforman la realidad y nuestro sano juicio de valores (el mal que se presenta transformado como bien). El banquete representa una tentación de malas obras para finalmente, llegar al nudo de la conciencia.

Comienza el juego en el cual no se apuesta sino que el sentido que se le da es la emoción que emana de este ya que –según lo dicho por los ancianos- siempre existe un crimen. Pero, ¿de qué se trata realmente el juego? De la culpa abordada desde el examen de conciencia que se le hace al empresario por parte de los ancianos. El desafío consta de un tribunal de justicia (conformado por los ancianos) que juzga a un acusado (empresario). Lo que representa a las instituciones son actitudes de observación para irrumpir la realidad y emitir juicio. El abogado defensor trata de disfrazar la realidad para evadir la justicia, el verdugo es el ejecutor y el empresario si bien no asume su error en un principio, al realizarse un repaso del acto en sus distintas facetas morales se produce en él una cruda toma de conciencia que desencadena el sentimiento de culpa ( el juicio del “yo” interior). Es decir, después de un cierto tiempo dentro del juego es capaz de asumir su culpabilidad sin hacer caso a su abogado defensor. Una vez que toma conciencia, el juego deja de ser juego y se convierte en el verdadero juicio de su propia conciencia, que lo hace asumir que él asesinó a su jefe. Pero la consecuencia más relevante es el error cristiano que comete el protagonista quitándose la propia vida, lo que demuestra no tener una conciencia formada.

Por lo tanto, el concepto de justicia se divide en dos: la de la ley moral (examen de conciencia) y la ley del hombre. En este caso la ley del hombre despierta la conciencia dormida en el protagonista y permite que actúe la ley moral que es la ley de dios pero, lamentablemente, el protagonista recurre a quitarse la vida para escapar de una responsable condena. Es esta justicia la que se representa mediante la mayoría de los personajes haciéndose presente primero como un simple juego.

“Pana” tiene un valor tanto literal como metafórico. El primero es haber quedado a mitad de camino y el valor metafórico consta en un tema que al no ser resuelto en su justo criterio, también deja a mitad de camino una vida debido a que no se consume como persona y se quita la vida. Por otro lado, es esa pana la que lo hace realizar su examen de conciencia, es decir, haberse quedado en pana es hacer una pausa en el camino de la vida del empresario.

La obra dentro del género dramaturgo me parece un adulto y prolijo tratamiento de lo que son los exámenes de conciencia y la calificación de los actos. Asimismo, refleja el accionar de las instituciones y los mecanismos de evasión - que utiliza la defensa como herramienta- hacia la justicia y la ley. La obra refleja que siempre hay una pana en nuestra vida que nos da la oportunidad a un balance y a un juicio de nuestros actos aunque el final no es el correcto. En cuanto a la escenografía, se representan un ambiente de lujo pero a la vez sin llamar demasiado la atención dejando en primer plano la dramatización de los actores. Concluyendo, “Pana” refleja la identidad chilena con situaciones propia del país y nos invita a la reflexionar a cerca de conceptos importantes tales como la justicia, el valor y la culpa.

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